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Inío, cuna de FARDELAS

Inio nos regaló días inolvidables.

Nos entregó avistamientos únicos en paisajes indescriptibles.

Secuencia1: Yaqu navegando en el Golfo del Corcovado

Hubo un día en particular en que todo iba viento en popa (como se dice por ahí en el mar), tuvimos muy buenas fotos de delfines chilenos y, por supuesto, muchos australes que saltaban en la proa del Yaqu. Teníamos un buen sol, de esos que no te queman, pero te dan el calor suficiente para no entrar en frío si nos mojábamos (porque mojarse era parte del cotidiano).

Secuencia2: Cuando el mar no es tan calmo, lo común es ver el agua por encima del bote.

El comportamiento de los chilenos nos permitió obtener muy buenas fotos de sus aletas, y reconocer a los individuos día tras día.

Secuencia3: Grupo de delfines chilenos viajando cerca de Inío.

Además de ser un día radiante, algo saltó a lo cotidiano. Íbamos navegando por el islote Yencouma a más o menos 100 metros de la costa, cuando en el camino nos topamos con una fardela negra posada en la superficie haciendo algunos movimientos que nos parecieron atípicos, con la mitad de su cabeza bajo el agua y levantándola cada cierto tiempo. Nos llamó la atención el hecho que, a pesar de ir acercándonos, no se movía, por lo que decidimos detenernos antes de llegar a ella. Al observarla bien, nos dimos cuenta que algo provocaba que la fardela hundiera su cabeza cada cierto rato y era porque ese algo lo tenía colgando desde su pico, por lo que le hacía peso y la hundía. Ahí nos dimos cuenta que esos movimientos eran intentos de no ahogarse por el peso de ese “algo” desconocido hasta ese momento, por lo que, como equipo, decidimos ayudarla a eliminar ese peso (pensando que tenía un hilo o cuerda que se había comido).

Secuencia4: Fardela negra de comportamiento y apariencia atípica.

Con toda la precaución necesaria y en manos de un veterinario, capturamos a la fardela para examinarla y en ese momento nos dimos cuenta que lo que tenía colgando ¡ERA UNA ALMEJA ENORME! No podíamos explicarnos cómo llegó esa almeja al pico de la fardela, pero lo lamentable es que la almeja había cortado alrededor de un cuarto de la mandíbula del ave y la tenía agarrada del tejido de la garganta. Si bien el origen de su problema no parecía ser antropogénico, decidimos ayudarla de igual forma, por lo que la liberamos de la almeja y, luego de una revisión, la soltamos. Ella se fue volando, con un pedazo menos de mandíbula, pero era algo que no podíamos mejorar. Al menos no murió ahogada.

Secuencia5: Fardela negra y almeja.

Ahora debe estar volando cerca de Inío junto a las otras miles de fardelas que circulan esas aguas. Si bien las posibilidades de recuperación son limitadas, existen casos sorprendentes en donde los animales marinos se recuperan de lesiones aparentemente fatales, dado que la sal y el yodo propio del mar pueden reducir la posibilidad de infecciones y facilitar que las cicatrices se formen rápidamente.

Vuela lejos fardela! vuela! Y si la selección natural te permite la vida, procura reproducirte para que tus hijos y nietos hereden tus buenos genes!

Secuencia6: Cientos de miles de fardelas negras volaban a nuestro alrededor.

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